Las orillas del río Sena en París fueron testigos del hallazgo inquietante de la que fue bautizada como la «bella ahogada» o la «Mona Lisa del Sena»

La historia de la bella ahogada comienza en torno a 1860 en París, cuando aparece el cuerpo de una joven mujer en el río Sena. Su rostro, pálido y sereno, capturó la atención de todos los que la vieron, convirtiéndola en un símbolo de la belleza desconocida e inquietante por los secretos que guardaba.
Un misterio cautivador
El halo de incertidumbre que envolvió el hallazgo hizo necesario trasladar el cadáver de la mujer al anatómico forense situado a pocos pasos de la Catedral de Notre Dame. Las sospechas de un crimen, suicidio y descifrar la identidad de la joven fueron los principales interrogantes a los que se enfrentaron los expertos de la época. El forense, una vez concluido el análisis, determinó que no existía violencia en la causa de la muerte. Tras la conclusión de dicho procedimiento, expuso el cuerpo de la desconocida del Sena con el fin de encontrar alguna persona que reclamase el cadáver.

Tan fascinado quedó el forense que decidió contratar al maestro Michael Lorenzi, artesano en la fabricación de todo tipo de máscaras, para producir una del rostro de la mujer encontrada en la orilla del Sena. Pues la incipiente sonrisa y la serena calma del rostro parecía querer revelar sus secretos ante quien lo observa. La cercanía a lo insólito hizo que el propio Lorenzi hiciese una segunda máscara con el negativo y la expusiese en el escaparate de su taller en L’avenue Laplace, perdurando hasta nuestros días tanto el atelier como la reproducción del rostro de la joven.
De misterio a logo y marca registrada
André Breton y Louis Aragon, padres del Surrealismo, tampoco escaparon al enigmático rostro de la bella ahogada, catalogando su expresión facial como ejemplo de dicho movimiento:
“La belleza de un cadáver y de un difunto”.
Según palabras de un cronista de la época.
Aurélien, novela escrita por Louis Aragon en 1944, es otro de los puntos clave en la globalización de la imagen de l’Inconnue de la Seine. A partir de dicho momento, los pedidos de máscaras de la imagen de la mujer encontrada en el río y la reproducción de cartelería la convierten en el símbolo del Surrealismo.
El salto a primer logotipo y marca moderno es ejecutado por el noruego Åsmund Sigurd Lærdal, fabricante de juguetes más importante del país nórdico. Tuvo gran relevancia el accidente de su primogénito, quien pudo perder la vida tras ahogarse en un lago y que afortunadamente sobrevivió gracias a la Maniobra de Heimlich que ejecutó su padre para salvarlo.
En 1955, a raíz de ese acontecimiento y trabajando junto a la universidad en un proyecto de diseño del primer maniquí de RCP (Reanimación cardiopulmonar), decide el empresario noruego utilizar el rostro de la mujer anónima ahogada en el Sena, recordando que su abuelo tenía una máscara de ella en su despacho y que le había relatado su historia. El muñeco diseñado por Åsmund Lærdal, rebautizado como Anne y registrado como marca, fue bautizado como la mujer más besada del mundo por la cantidad de gente que lo ha utilizado desde entonces para practicar RCP.

Hoy en día, la figura de la desconocida del Sena sigue siendo objeto de fascinación y especulación. Algunos creen que era una joven modelo que se quitó la vida debido a una decepción amorosa, mientras que otros sugieren que fue asesinada y arrojada al río. Su rostro sin nombre se ha convertido en un símbolo de la belleza inexplicable y la fragilidad de la vida. Asimismo, sus facciones seguirán cautivando a quienes se crucen con su historia, recordándonos la inevitable dualidad de la vida y la muerte.


